domingo, 23 de febrero de 2014

75º ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE ANTONIO MACHADO

4º ESO C HOMENAJE A ANTONIO MACHADO EN EL 75º ANIVERSARIO DE SU MUERTE





¡Buenos días! ¡Bienvenidos a todos! Gracias por vuestra asistencia.

Con motivo del septuagésimo quinto (75º) aniversario de la muerte del poeta Antonio Machado, os presentamos este recital de algunos de sus poemas más conocidos.

Nuestra clase, 4º C, ha querido rendir este homenaje porque, al estudiarlo, nos gustó y nos pareció interesante tanto su vida como su obra.

Lo hemos preparado con mucho cariño e ilusión. Esperamos que os guste.




BIOGRAFÍA DE ANTONIO MACHADO

       Nació en Sevilla el 26 de julio de 1875
       Se trasladó a Madrid, donde recibió clases en la Institución Libre de Enseñanza, una escuela privada de ideas liberales con el sistema de enseñanza más avanzado de su época.
       En 1903 publicó su primer libro: Soledades, el cual amplió en 1907 (Soledades, Galerías y otros poemas)
       Tras ganar la cátedra de Francés de instituto, se trasladó a Soria, donde conoció a Leonor Izquierdo, con la que se casó en 1909 (ella tenía 15 años y él, 34).


       En 1912 publicó Campos de Castilla.



       Ese mismo año murió Leonor de tuberculosis, lo cual sumió al poeta en una depresión, por lo que pidió el traslado a Baeza (Jaén).

       En 1924 publica Nuevas Canciones.
       En 1936, al estallar la Guerra Civil Española, se refugió en Valencia.
       Más tarde, se exilió a Francia, concretamente a Colliure.
       Murió algunos días después (22 de febrero de 1939). A los tres días fallece su madre (Ana Ruiz Hernández).

       En febrero de 2010 se hizo público que un día después de su muerte llegó una carta de la universidad de Cambridge para ofrecerle un puesto en su rectorado.


SELECCIÓN DE POEMAS

“RECUERDO INFANTIL”
Antonio Machado recuerda con nostalgia la monotonía de las clases que recibía de niño en el colegio. Más concretamente describe el aula con un cartel de Caín y Abel, el maestro y el coro de niños que, en las tardes lluviosas de invierno, repetía cantando la lección de matemáticas.

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.

Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.



“LAS MOSCAS”
Este poema nos evoca a prestar atención sobre las cosas cotidianas, que normalmente pasan desapercibidas y no se valoran. Todo esto está ejemplificado por las moscas, ya que éstas están presentes en todos los momentos de nuestra vida y, sin embargo, nunca les damos ninguna importancia.

Vosotras, las familiares
inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares
me evocáis todas las cosas.

¡Oh, viejas moscas voraces
como abejas en abril,  
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!

Moscas de todas las horas        
de infancia y adolescencia,       
de mi juventud dorada;             
de esta segunda inocencia,      
que da en no creer en nada,    
en nada.            

¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,      
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!

Y en la aborrecida escuela         
raudas moscas divertidas,
perseguidas, perseguidas         
por amor de lo que vuela.         

Yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado,   
sobre el librote cerrado,            
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos        
de los muertos.             

Inevitables golosas,     
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,             
me evocáis todas las cosas.




“A ORILLAS DEL DUERO”
Machado en este poema ofrece la descripción de un paisaje soriano en una mañana de primavera. Un paisaje bello, tibio y lleno de alegría y esperanza.

Se ha asomado una cigüeña a lo alto del campanario.
Girando en torno a la torre y al caserón solitario,
ya las golondrinas chillan. Pasaron del blanco invierno,
de nevascas y ventiscas los crudos soplos de infierno.

                Es una tibia mañana.
El sol calienta un poquito la pobre tierra soriana.

Pasados los verdes pinos,
casi azules, primavera
se ve brotar en los finos
chopos de la carretera
y del río. El Duero corre, terso y mudo, mansamente.
El campo parece, más que joven, adolescente.

      Entre las hierbas alguna humilde flor ha nacido,
azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido,
y mística primavera!

      ¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera,
espuma de la montaña
ante la azul lejanía,
sol del día, claro día!
¡Hermosa tierra de España!




POEMA VIII
El poema puede considerarse fruto de uno de tantos paseos del poeta en las tardes de Soria. Junto a la descripción de los álamos (chopos), encontramos alusiones al amor y vemos en ellas resonancias íntimas, puesto que en Soria conoce a su amor, Leonor.

He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas
de Soria -barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra.

Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.

¡Álamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!

Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.



“A UN OLMO SECO”
Este poema fue creado en la primavera de 1912 en Soria. Cuando lo escribe, han pasado varios meses desde la vuelta de Antonio y Leonor a Soria, desde París, donde Leonor contrajo la enfermedad. Han luchado con todas sus fuerzas para curar el terrible mal. Pero nada mejora la situación de la enferma, ni siquiera el mayor de los afectos que le dedica en cada minuto Antonio Machado. Un día pensando en esto el poeta se para a observar un olmo centenario que está afectado por una enfermedad que acabará indudablemente con su vida. Esto le sirve de inspiración al poeta para crear este poema, en el que encuentra un paralelo con la lamentable situación de su mujer, Leonor Izquierdo.

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
  ¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
  No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
  Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
  Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.




“POEMA DE UN DÍA (MEDITACIONES RURALES)”
En este poema el autor nos presenta un día en su vida. Vemos cómo contrasta los espacios, de adentro hacia afuera. Aparece un ciclo que se inicia y que gira como una ‘rueda’ o como una ‘moneda’ marcando el destino de los hombres.

Heme aquí ya, profesor
de lenguas vivas (ayer
maestro de gay-saber,
aprendiz de ruiseñor),
en un pueblo húmedo y frío,
destartalado y sombrío,
entre andaluz y manchego. (…)

En mi estancia, iluminada
por esta luz invernal
-la tarde gris tamizada
por la lluvia y el cristal-,
sueño y medito.  (…)

Tic-tic, tic-tic... Ya te he oído.
Tic-tic, tic-tic... Siempre igual,
monótono y aburrido.  (…)

Pero ¿tu hora es la mía?
¿Tu tiempo, reloj, el mío?  (…)

¡Oh, estos pueblos! Reflexiones,        
lecturas y acotaciones                          
pronto dan en lo que son:                    
bostezos de Salomón.  (…)                   

Mi paraguas, mi sombrero,      
mi gabán...El aguacero
amaina...Vámonos, pues.  (…)

Todo llega y todo pasa.
Nada eterno:
ni gobierno
que perdure,
ni mal que cien años dure. (…)







“MIS POETAS (GONZALO DE BERCEO)”
En la parte dedica a sus poetas favoritos, Machado empieza con Gonzalo de Berceo, autor perteneciente al Mester de Clerecía y autor de obras como Milagros de Nuestra Señora.

El primero es Gonzalo de Berceo llamado,
Gonzalo de Berceo, poeta y peregrino,
que yendo en romería acaeció en un prado,
y a quien los sabios pintan copiando un pergamino.

Trovó a Santo Domingo, trovó a Santa María,
y a San Millán, y a San Lorenzo y Santa Oria,
y dijo: Mi dictado non es de juglaría;
escrito lo tenemos; es verdadera historia.

Su verso es dulce y grave; monótonas hileras
de chopos invernales en donde nada brilla;
renglones como surcos en pardas sementeras,
y lejos, las montañas azules de Castila.

Él nos cuenta el repaire del romeo cansado;
leyendo en santorales y libros de oración,
copiando historias viejas, nos dice su dictado,
mientras le sale afuera la luz del corazón.





“LA SAETA”
En este conocido poema, Machado reflexiona sobre la cultura religiosa andaluza. Los andaluces cantan al Cristo de los gitanos pero Antonio Machado prefiere cantarle al Cristo que anduvo en la mar.

Dijo una voz popular:
"¿Quién me presta una escalera
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús, el Nazareno?"
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!




“DESDE MI VENTANA”
En este poema Antonio Machado nos cuenta un caso, real o ficticio, sobre una lechuza que entró en la Catedral de Baeza. Aprovecha este hecho para expresar su melancolía por estos paisajes andaluces.
I
Desde mi ventana,
¡campo de Baeza,
a la luna clara !
¡Montes de Cazorla,
Aznaitín y Mágina!
¡De luna y de piedra
también los cachorros
de Sierra Morena!

II
Sobre el olivar,
se vio la lechuza
volar y volar.
Campo, campo, campo.
Entre los olivos,
los cortijos blancos.
Y la encina negra,
a medio camino
de Úbeda a Baeza.

III
Por un ventanal,
entró la lechuza
en la catedral.
San Cristobalón
la quiso espantar,
al ver que bebía
del velón de aceite
de Santa María.
La Virgen habló:
Déjala que beba,
San Cristobalón.

IV
Sobre el olivar,
se vio la lechuza
volar y volar.
A Santa María
un ramito verde
volando traía.
¡Campo de Baeza,
soñaré contigo
cuando no te vea!






“AMANECER EN VALENCIA”
Durante la Guerra Civil española, Antonio Machado se refugió en Valencia, desde donde escribe este poema dedicado a sus amaneceres y paisajes marítimos.

Estas rachas de marzo, en los desvanes
- hacia la mar - del tiempo; la paloma
de pluma tornasol, los tulipanes
gigantes del jardín, y el sol que asoma,
bola de fuego entre dorada bruma,
a iluminar la tierra valentina...

¡Hervor de leche y plata, añil y espuma,
y velas blancas en la mar latina!

Valencia de fecundas primaveras,
de floridas almunias y arrozales,
feliz quiero cantarte, y como eras,
domando a un ancho río en tus canales,
al dios marino con tus albuferas,
al centauro de amor con tus rosales.



“EL CRIMEN FUE EN GRANADA: A FEDERICO GARCÍA LORCA”
Esta poesía se la escribe Antonio Machado a Federico García Lorca, y en ella trata su muerte, explicando los últimos momentos del poeta antes de ser fusilado, y los sentimientos de él y de Lorca.
          1. El crimen

  Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.

          2. El poeta y la muerte

  Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»

          3.

  Se le vio caminar...
                      Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!




“CANTARES”
Con este conocido poema, Antonio Machado quería que al leer estos versos supiéramos que el camino de la vida no se hace, sino que se va haciendo a medida que pasa el tiempo, y que no hay que mirar atrás. Que se tiene que vivir pensando en el presente, porque el futuro se va haciendo al tiempo, y se va construyendo con las acciones y con los hechos del hombre, sin obsesionarse por una cosa, simplemente dejando que fluya el tiempo y la vida.

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso.