domingo, 11 de marzo de 2012

Recital Día de la mujer








 Para que podáis leer, releer y disfrutar una y mil veces el recital de textos de escritoras españolas, aquí os dejo los textos que se leyeron el jueves con motivo del Día de la Mujer.


Especial dedicatoria a estas mujeres que han resaltado en el mundo intelectual, por su pasión y dedicación, aportando grandes e inolvidables obras. Rosalía de Castro.

Safo de Lesbos (finales del siglo VII A.C.): representante de la poesía lírica griega, se le ha llegado a llamar la décima musa. Safo de Lesbos está considerada la poetisa más grande de la historia. Poco se sabe de su vida. Vivió en el siglo VI a.C. Nació en Mitilene, isla de Lesbos. De familia noble y de gran belleza física. Se vio obligada a refugiarse en Sicilia por criticar al tirano Pítaco. A su regreso fundó una escuela literaria, en la que se enseñaba también gimnasia, música y danza; las mejores familias educaron allí a sus hijas. Los fragmentos que hoy conservamos de sus poemas indican que Safo enseñó su arte a un grupo de mujeres jóvenes, con las que mantuvo una estrecha relación y para las que compuso sus odas nupciales cuando la abandonaron para casarse. No está probada la hipótesis de su homosexualidad (origen del término "lesbianismo" y se atribuye normalmente a Anacreonte, nacido medio siglo después, tal hipótesis. Después de su muerte, Mitilene acuñó monedas con su busto y los atenienses le erigieron una estatua de bronce. Platón se refirió a ella como "décima musa". Compuso nueve libros de poesías en dialecto eolio, pero sólo se conservan unos 650 versos, extraídos de citas tardías y del moderno estudio de papiros.


Y sonríes seductora. Sí, esto
aterra mi corazón dentro del pecho,
pues tan pronto te miro un instante,
como ya me es imposible decir una palabra,
pues mi lengua desfallece en seguida,
un fuego sutil irrumpe bajo mi piel,
nada veo con mis ojos; zumban
mis oídos,
se me esparce el sudor, un escalofrío
me apresa toda, estoy más pálida
que la hierba y me parece que
falta poco para morir.
Pero todo hay que soportarlo, pues esto es así.


 
Santa Teresa de Jesús (1515-1582)
Resaltó por su conocida literatura mística, autobiográfica y sus visiones sobrenaturales. Su vida cambió profundamente cuando leyó El alfabeto, a partir de ese momento tan crucial, comenzó a practicar la oración y la meditación, llegando a tener visiones sobrenaturales con sus famosos y profundos éxtasis. En 1964 fue declarada beata y en 1970 la proclamaron doctora de la iglesia, siendo la primera mujer que recibía esta distinción. Nos dejó un famoso y profundo legado espiritual en sus libros, (cabe señalar una frase que la caracterizó: “Tan alta vida espero que muero porque no muero"). Obras: El camino de la perfección, Las Moradas, Libro de las fundaciones El libro de la vida.

VIVO SIN VIVIR EN MÍ
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.

Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta,
mira que sólo me resta,
para ganarte perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva:
muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es el perderte a ti,
para merecer ganarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.

 
Sor Juana Inés de la Cruz (México, 1648/51-1695)
Es una de las figuras más importantes del Siglo de Oro y además una de las primeras escritoras femeninas que llegó a la fama. Esta poeta y dramaturga fue dama de compañía de la virreina, antes de entrar al convento. El poema "Redondillas" y la carta "Respuesta a Sor Filotea" son dos de sus obras más conocidas. Los empeños de una casa, Sonetos, Poesías escogidas y Respuesta a Sor Filotea de la Cruz.

Hombre necios
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén.
¡Por qué queréis que obren bien,
si las incitáis al mal!
Parecer quiere el denuedo,
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco,
y luego le tiene miedo.
Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué honor puede ser más raro
que el que falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos si os tratan mal,
burlándoos si os quieren bien.
Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite es ingrata,
y si os admite es liviana.
Siempre tan necio andáis,
que con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
es una pasión errada,
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga,
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis
queredlas cuál las hacéis
o hacedlas cuál las buscáis.

 
Rosalía de Castro (1837-1885)
Nacer en una familia humilde en Santiago de Compostela no impidió a Rosalía de Castro desarrollar su gran pasión por la poesía, escribiendo su primer poema a los 12 años. Su mala salud le forjó un carácter triste y melancólico, que es el reflejo en todas sus obras. Su existencia trágica estuvo marcada por tener que presenciar la pérdida de todos sus hijos. Murió con tan sólo 48 años. Fue gran predecesora de la Modernidad y creadora de la nueva métrica castellana, entre los principales géneros que realizó de poesía y prosa, figuran: Follas Novas, La flor, A mi madre, El primer loco, La hija del mar, En las orillas del Sar.

Un recuerdo
¡Ay, cómo el llanto de mis ojos quema!...
¡Cuál mi mejilla abrasa!...
¡Cómo el rudo penar que me envenena
mi corazón traspasa!

Cómo siento el pesar del alma mía
al empuje violento
del dulce y triste recordar de un día
que pasó como el viento.

Cuán presentes están en mi memoria
un nombre y un suspiro...
Página extraña de mi larga historia,
de un bien con que deliro.

Yo escuchaba tina voz llena de encanto,
melodía sin nombre,
que iba risueña a recoger mi llanto...
¡Era la voz de un hombre!

Sombra fugaz que se acerco liviana
vertiendo sus amores,
y que posó sobre mi sien temprana
mil cariñosas flores.

Acarició mi frente que se hundía
entre acerbos pesares;
y lleno de dulzura y de armonía
díjome sus cantares.

Y ¡ay!, eran dulces cual sonora lira,
que vibrando se siente
en lejana enramada, adonde expira
su gemido doliente.

Yo percibí su divinal ternura
penetrar en el alma,
disipando la tétrica amargura
que robara mi calma.

Y la ardiente pasión sustituyendo
a una fría memoria,
sentí con fuerza el corazón latiendo
por una nueva gloria.
Dicha sin fin, que se acercó temprana
con extraños placeres,
como el bello fulgor de una mañana
que sueñan las mujeres.

Rosa que nace al saludar el día,
y a la tarde se muere,
retrato de un placer y una agonía
que al corazón se adhiere.

Imagen fiel de esa esperanza vana
que en nada se convierte;
que dice el hombre en su ilusión mañana,
y mañana es la muerte.

Y así pasó: Mi frente adormecida
volvióse luego roja;
y trocóse el albor de mi alegría,
flor que, seca, se arroja

Calló la voz de melodía tanta
y la dicha durmió;
y al nuevo resplandor que se levanta
lo pasado murió.

Hoy sólo el llanto a mis dolores queda,
sueños de amor de corazón, dormid:
¡Dicha sin fin que a mi existir se niegan
gloria y placer y venturanza huid!...

 
Gabriela Mistral (Chile, 1889-1957)
En 1945, esta poeta se convirtió en el primer escritor latinoamericano en recibir el premio Nobel. Su obra se sitúa entre el Modernismo y la Vanguardia con un estilo alejado de la afectación esteticista del modernismo y más próximo al lenguaje coloquial. Además de poeta, fue cónsul de Chile en varias ciudades del mundo. Obras: Sonetos de la Muerte, Desolación, Lecturas para mujeres, Ternura, Nubes blancas y breve descripción de Chile, Tala, Todas íbamos a ser reinas, Antología, Lagar.

Besos
Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenaron sé de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.

Yo te enseñe a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.

 
Alfonsina Storni (Argentina, 1892-1938)
Poeta feminista cuyos primeros poemas se caracterizan por la influencia del Modernismo, mientras que su obra posterior tiende a la Vanguardia. Se quitó la vida poco después del suicidio de Horacio Quiroga, escritor uruguayo con quien mantuvo una estrecha amistad. La inquietud del rosal, El dulce da;o, Languidez, Ocre.


Alma Desnuda

Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera
Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice: libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega
Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega.

Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella

 
Mercè Rodoreda (1908-1983)
Está considerada la escritora de lengua catalana, contemporánea más influyente, tal como lo atestiguan las referencias de otros autores a su obra y la repercusión internacional, con traducciones a cuarenta idiomas diferentes. Su producción abarca todos los géneros literarios; Rodoreda cultivó tanto la poesía como el teatro o el cuento, aunque destaca especialmente en la novela. Aloma, La sala de muñecas, El espejo roto, La plaza del diamante.

Escric perquè m'agrada escriure. Si no em semblés exagerat diria que escric per agradar-me a mi. Si de retop el que escric agrada als altres, millor. Potser és més profund. Potser escric per afirmar-me. Per sentir que sóc... I acabo. He parlat de mi i de coses essencials en la meva vida, amb una certa manca de mesura. I la desmesura sempre m'ha fet molta por.

Escribo porque me gusta escribir. Si no me pareciera exagerado diría que escribo para gustarme a mí misma. Si de rebote lo que escribo gusta a los demás, mejor. Quizás es más profundo. Quizás escribo para afirmarme. Para sentir que soy... Y acabo. He hablado de mí y de cosas esenciales en mi vida, con una cierta falta de medida. Y la desmesura siempre me ha dado mucho miedo. Mercè Rodoreda, Prólogo a Mirall Trencat.

 
Gloria Fuertes (1917-1998)
Madrileña castiza de barrio de Lavapiés, una gran poetisa, poseía una especial sensibilidad hacia el mundo infantil, nombrándola “La poeta de los niños”. Su buen carácter, alegre y soñador, lo hacía constar en muchos de sus poemas, que enfatizó con humor y fantasía. Destacó porque fue la precursora de la poesía femenina de la posguerra. Fue muy querida por todos aquellos que la rodeaban, especialmente por su gran amigo José Cela. Compuso poesía, teatro y televisión y colaboró con éxito en programas de TV, como “Un globo, dos globos, tres globos” y “La Cometa blanca”. En 1968 obtiene el premio Internacional Andersen de Literatura Infantil. Importante señalar alguno sus poemas más famosos: 365 días con los animales, La poesía no es un cuento, Los meses poemas, La pájara pinta, El camello cojito, La gata chundarata y otros cuentos.

DOÑA PITO PITURRA
Doña Pito Piturra
Tiene unos guantes,
Doña Pito Piturra
Muy elegantes.

Doña Pito Piturra
Tiene un sombrero,
Doña Pito Piturra
Con un plumero.

Doña Pito Piturra
Tiene un zapato,
Doña Pito Piturra
Le viene ancho.

Doña Pito Piturra
Tiene toquillas,
Doña Pito Piturra
Con tres polillas.

Doña Pito Piturra
Tiene unos guantes,
Doña Pito Piturra
Le están muy grandes.

Doña Pito Piturra
Tiene unos guantes,
Doña Pito Piturra
¡lo he dicho antes!

 
Carmen Martín Gaite (1925-2000)
Esta gran escritora salmantina, licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Salamanca, fue una de las más importantes representantes de la narrativa femenina española. En su faceta de periodista, trabajó como redactora en el periódico “Diario 16”. Mujer culta y relacionada siempre en un ambiente literario, estuvo siempre acompañada entre otros, de Juan Benet, Alfonso Sastre y Rafael Sánchez Ferlosio (su marido durante unos años y considerado una de las figuras más relevantes de las letras Hispánicas). Escribió, teatro, cuentos y recibió varios premios a lo largo de su vida.
Premios
1954 Premio Café Gijón - El balneario
1957 Premio Nadal - Entre visillos
1978 Premio Nacional de Narrativa - El cuarto de atrás
1987 Premio Anagrama de Ensayo - Usos amorosos
1988 Premio Príncipe de Asturias
1994 Premio Nacional de las Letras

Defiendo la alegría,
la precaria, amenazada,
difícil alegría,
al raso, limpia, en cueros,
mi ración de alegría.
No me arrastréis al pozo
de las verdes culebras.
No os arrojo a la cara mi alegría,
os la tiendo tan sólo
como una débil luz, como una mano.
No es ningún baluarte
ni ningún ofensivo privilegio,
es mi único utensilio cotidiano,
mi tela de labor.
No tengo otra bandera
y ostenta unos colores ya un poco desteñidos;
mirad que la levanto a duras penas,
contra viento y marea,
sin sombra alguna de provocación.
Es parcela pequeña, minifundio,
terreno sin cercados ni aparceros
que aro, riego y abono por mí misma,
don fe, de sol a sol.
Tomad el pobre o rico,
el cuestionable fruto
que desde ella os ofrezco,
pues sólo desde aquí
os consigo mirar, ayudar, entender,
poner tal vez en claro alguna cosa.
No me la reprochéis ni adobéis de negrura
como un reducto inmundo, segregado;
ved que no la defienden ni pinchos ni alambradas
y que podéis pasar aquí conmigo al sol.
No me arrastréis al pozo de las verdes culebras.

 
Ana María Matute (1926-)
Gran novelista, se dio a conocer con la novela Los Abel, basada en los hijos de Adán y Eva. Mujer comprometida socialmente y con un estilo imaginativo, emocional y delicado, logra mezclar una composición perfecta entre denuncia social y poesía. Aportando en sus contenidos gran importancia al mundo de la infancia y la adolescencia en la posguerra. Ha cosechado varios premios y, entre otros, nombrar:
Premio Café Gijón con la obra Fiesta al noroeste
Premio de la Crítica y el Nacional de Literatura por su famosa obra Los hijos muertos
En 1954 recibió el premio Planeta por la obra Pequeño teatro
En 1996 entra como miembro de la Real Academia Española.
En 2007 recibió el premio Nacional de las Letras Españolas, considerado este, el más importante después del Cervantes.
Enumeramos algunas de sus principales novelas: Trilogía, Los soldados lloran de noche, La trampa, La torre vigía, Olvidado Rey Gudú, Los niños tontos.

El niño que no sabía jugar
   Había un niño que no sabía jugar. La madre le miraba desde la ventana ir y venir por los caminillos de tierra con las manos quietas, como caídas a los dos lados del cuerpo. Al niño, los juguetes de colores chillones, la pelota, tan redonda, y los camiones, con sus ruedecillas, no le gustaban. Los miraba, los tocaba, y luego se iba al jardín, a la tierra sin techo, con sus manitas, pálidas y no muy limpias, pendientes junto al cuerpo como dos extrañas campanillas mudas. La madre miraba inquieta al niño, que iba y venía con una sombra entre los ojos. «Si al niño le gustara jugar yo no tendría frío mirándole ir y venir». Pero el padre decía, con alegría: «No sabe jugar, no es un niño corriente. Es un niño que piensa».
   Un día la madre se abrigó y siguió al niño, bajo la lluvia, escondiéndose entre los árboles. Cuando el niño llegó al borde del estanque, se agachó, buscó grillitos, gusanos, crías de rana y lombrices. Iba metiéndolos en una caja. Luego, se sentó en el suelo, y uno a uno los sacaba. Con sus uñitas sucias, casi negras, hacía un leve ruidito, ¡crac!, y les segaba la cabeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario